Es crucial establecer una conexión con los adolescentes y preadolescentes, comenzando con una comunicación efectiva. Es fundamental monitorear los factores de riesgo, incluyendo cambios en el comportamiento, aspectos físicos y rendimiento académico. Otros factores a considerar son la genética y la biología. Nuestros hijos buscan independencia como parte de su desarrollo, pero recordemos que esta etapa es muy riesgosa. La idea es utilizar el amor como una forma de protección. Las consecuencias deben estar ligadas al comportamiento que deseamos modificar.

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